Limeños desafían la Sequía gracias a las Mallas ATRAPANIEBLAS

Limeños desafían la Sequía gracias a las Mallas ATRAPANIEBLAS

Mientras el derretimiento de los glaciares se acelera y la escasez de agua pronto será el problema número uno de los nueve millones de habitantes de la capital peruana, los limeños están imaginando soluciones locales para enfrentar la sequía y desarrollar la agricultura urbana.

En la colina desértica de Villa El Salvador, un barrio periférico pobre de Lima, Patricia Quispe lleva con dificultad un cubo lleno de agua. Frente a ella, una escalera de cien escalones que debe subir varias veces al día, con los brazos cargados.

“Aquí no hay agua corriente, así que bajo todas las mañanas cuando pasa el camión cisterna para llenar mis bidones. Me dura tres días, dos cuando lavo mi ropa”, explica esta madre de familia. Hilda Sánchez, una joven madre, también comparte esta rutina: “En las alturas no hay camino, así que tenemos que subir el agua nosotros mismos hasta la cima”, se lamenta.

Al igual que estas mujeres, se estima que hay 1,5 millones de habitantes de Lima que no tienen acceso a agua corriente. Son los “Sin Aguas”. Una injusticia que denuncia Miguel Abel Cruz, quien proviene de estos barrios periféricos no servidos. A través de su asociación, “Los Sin Agua”, creada hace doce años, interpela a las autoridades públicas para exigir “el derecho al agua y al saneamiento”. Pero los flujos migratorios y los cientos de migrantes que llegan cada mes a las puertas de la capital hacen que la situación sea cada vez más problemática. Para remediar estas graves carencias e inspirándose en métodos probados en otros lugares, Miguel ha desarrollado en estos barrios los “atrapa-nieblas”. Un nombre poético que designa un sistema pragmático que permite recolectar el agua naturalmente presente en el aire.

“El principio es simple. Se trata de una tela tensada de 24 metros cuadrados que, colocada en un lugar estratégico, captura las gotas”. Durante el invierno, que dura seis meses en estas latitudes, el aire está cargado “de 80 a 95%” de humedad. “Está compuesto por pequeñas moléculas que se adhieren a las mallas porosas, antes de transformarse en pequeñas gotas que corren por una canaleta antes de llegar a un depósito donde se almacena el agua”, explica Abel Cruz.

Cada malla captura así de 200 a 360 litros de agua en un día. Una recolección lejos de ser desdeñable cuando se sabe que Lima sólo recibe 25 milímetros de lluvia al año. Lo que convierte a la capital en la segunda ciudad más grande del mundo construida en un desierto, después de El Cairo.

Gracias a este sistema, siete familias pueden vivir de la agricultura en las colinas áridas de Villa el Salvador. Maura Vargas es una de ellas. Esta agricultora produce calabazas, aguacates y frutas. Además de los atrapa-nieblas, ha desarrollado un sistema de riego por goteo. Para no perder la valiosa agua. “Estos atrapa-nieblas nos ayudan mucho, nosotros que vivimos de la agricultura. Antes sembrábamos muy poco, teníamos que comprar agua en camiones cisterna y eso nos costaba mucho dinero. Hoy en día, la mayoría de nosotros ha ampliado los cultivos y los rendimientos”, se alegra.

“Ya se han instalado quinientos atrapadores de niebla en todo el país, cubriendo las necesidades de 7000 personas. La demanda es alta y Abel Cruz espera instalar mil más el próximo año. Sin embargo, el método tiene sus límites. Cuando comienza el verano austral, la niebla es más rara en las regiones costeras y no hay una sola gota de agua durante cinco meses.

‘El dispositivo debe mejorar su capacidad de almacenamiento en el futuro para garantizar el acceso al agua, incluso en verano’, nos dice Abel. Con este proyecto, Abel Cruz se ha vuelto muy mediático, especialmente durante la COP20 en Lima. Quiere aprovechar su notoriedad para recibir más apoyo de las autoridades y los donantes, pero un año después de la emoción generada en torno a su proyecto, constata amargamente que la financiación tarda en llegar.

Sin embargo, la situación es crítica. Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático y el suministro de agua, especialmente en Lima, es un verdadero problema. El agua que alimenta la capital proviene en un 95% de los glaciares de los Andes. Sin embargo, su derretimiento se acelera; un informe señala que en treinta años, el 40% de la superficie de los glaciares peruanos ha derretido y podrían desaparecer por completo en 25 años. Es una situación explosiva, especialmente porque según los científicos, otra amenaza acecha a Perú: el fenómeno climático de El Niño. Este año, el fenómeno podría ser de una ‘magnitud fuerte o extraordinaria’, causando importantes perturbaciones: lluvias intensas por un lado, sequía por otro.

Abel es consciente de que las soluciones innovadoras locales, como sus atrapadores de niebla, no serán suficientes si no están acompañadas de políticas gubernamentales más ambiciosas y a gran escala. Es necesario adaptarse, pero también combatir las causas del cambio climático.

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